El toreo tiene magia, encanto, y cuando se produce en un Pueblo Mágico, título que ostenta, orgullosamente, uno de los rincones más sabrosos de Aguascalientes se vive diferente. Una tarde sabatina, normal, de turismo, gastronomía, historia, caminando tranquilamente por las calles de Asientos, cambió esa aparente tranquilidad, en la emoción que produce una buena tarde de toros, donde los protagonistas, el novillero español Borja Ximelis, ya en sus últimos pasos en el escalafón menor; el triunfador de la temporada novilleril César Ruiz y el aspirante Juan Miguel Sánchez, primo de Juan Pablo y de Diego salieron en hombros.
La plaza se llenó en más de tres cuartas partes de los informes tendidos de una plaza antiquísima recientemente remodelada por la actual administración de la gobernadora más taurina de México, Tere Jiménez, que ha defendido la libertad y los derechos de los hidrocálidos, no sólo para vivir, sino para disfrutar de un espectáculo único, maravilloso, tradicional, cultural y que aporta beneficios a la vida misma, que, además, por si fuera poco es parte de la personalidad de un estado como Aguascalientes.
Así pues, el de ayer en Real de Asientos fue un verdadero día de fiesta brava. Tras el éxito de los festejos taurinos organizados por el municipio y la empresa taurina, representada por el matador Javier Reynoso; han ido creando una naciente y real afición al espectáculo taurino.
Las emociones y los triunfos se fueron sucediendo uno a uno con las actuaciones de los tres toreros, el telonero Sánchez con un novillito hecho y derecho, de Guadiana, que fue bueno y que permitió que el menor de la famosa dinastía en la actualidad, mostrara sus avances, el buen toreo que sabe hacer, y un estoconazo, que valió para que el juez Adrián Sánchez, le concediera las dos orejas de su eral.
Se fue calentando el ambiente, que luego Ximelis y Ruiz, cada uno con su concepto, el del español con más sobriedad y clase; y el del aguascalentense, variado y con personalidad, lograran cortar cada uno dos apéndices, que impulsaron con las banderillas, cubriendo momentos espectaculares ante los cuatro novillos de la ganadería de De Guadiana, y cuyo juego en tres de ellos fue bueno. Uno, el primero, merecedor del arrastre lento.
El broche de oro lo pusieron los aficionados, los niños, las mujeres, todos emocionados acompañando el triunfo de los toreros, llenándolos de felicitaciones, besos y fotografías que captaron el momento de un Real día de fiesta brava, en un rincón de Aguascalientes, el Gigante y bastión taurino de México.